lunes, 16 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 11.

Cuando la furgoneta está lo suficientemente alejada como para que nuestra vista no alcance a verla, mi cabeza aún no asume el hecho de que hace tan solo unos minutos aún les tenía aquí, haciendo el tonto como solo ellos saben, y ahora nos encontramos en una calle vacía, con todas las maletas en el suelo (las cuales habíamos dejado en el maletero de la furgoneta para pasar el día) y muy pocas horas juntas, ya que al día siguiente por la tarde, Elena y Cristina cogen su vuelo a Londres.
Pero lo que ahora tenemos que coger es el tren que nos llevará a Mengíbar, ya que el plan era que hoy, tras despedirnos de ellos, iríamos los 5 en tren a dejar a mi hermano allí y volveríamos a Málaga a seguir con todo lo de siempre. Elena y Cristina cogen el vuelo en Málaga para pasar todo el tiempo posible con nosotras.
Todo esto podría haber cambiado, pero no. Cuando necesitas que lo planeado no salga bien, saldrá a la perfección. Puedo decirlo con bastante firmeza tras el día de hoy.
Nos quedamos un rato mirando a la carretera por la que pasan otros coches que no nos importan. Entonces todos nos giramos  y nos lanzamos los sentimientos a través de miradas que suplican que vuelvan. Los ojos de mi hermano están vidriosos y respira aceleradamente, por lo que adivino que en breve se echará a llorar. Yo haría lo mismo si no fuera porque me duele la cabeza después de haberlo hecho durante todo el día.
Paso mi brazo por su cuello y le atraigo hacia mi. Le doy un beso en la cabeza mientras Elena hace el mismo gesto con Cristina, y entrelazando todos nuestros brazos nos apretamos sin dejar ni un solo hueco por donde pueda entrar el aire. Abrazándonos ahora que podemos, y sobre todo, que lo necesitamos.
-Venga, animaros, sé que han sido pocos días en comparación con todo el tiempo que llevamos sin verles, pero no se van de gira para siempre- Dice Cristina, intentando hacernos sonreír.
-Pues sí, tienes razón, somos unas exageradas- Yo le apoyo mientras cogemos nuestras maletas y salimos de allí en un taxi.
Lo que más me gusta de los sitios como Madrid es que aunque sea de noche, y bien tarde, siempre hay ruido. Eso me hace despertar, saber que tengo que vivir lo que esté haciendo. Así es cómo está la estación, pero menos mal que todos queremos dormir y una vez dentro, solo unos cuantos murmullos rompen el silencio del lugar.
-Este va a ser un viaje muy largo, y no sé si podré dormir aquí...
-Si pudiste dormir con las conversaciones de Cristina a las tantas de la noche, entonces podrás hacerlo ahora- Elena y Dani hablan mientras Cris les lanza una mirada que les recuerda lo mal que le sentó que la despertaran esta mañana entre risas y burlas.
Ocupamos dos asientos largos, uno en frente del otro con una mesa en medio en la que cabemos todos sin problemas. Y aunque no podemos dormir, nos acomodamos, cerramos los ojos y nos sumergimos en nuestros propios pensamientos.
Solo puedo pensar en cómo coño he vivido tantos sentimientos a la vez en cuestión de horas. El miedo de perder a Niall, el odio hacia mí misma por querer parecer algo que no soy, la alegría de poder ayudar a chicas como yo a abrazar a sus ídolos, la decepción sobre los pensamientos de nuestros padres y, seguidamente, el odio y enfado que he sentido sobre lo que han dicho de Niall y Liam. La confusión sobre la oposición de ellos a que fuésemos de gira, el cariño al saber la razón, la descarga de tensión en forma de gritos durante el concierto, el calor, nervios y ganas de tomarle muy fuerte en la habitación número 2, el puto miedo a perderle otra vez cuando me dijo que no podía hacerlo, la sensación no haber amado a nadie con tal fuerza al abrazarle por última vez, y ahora...
¿Qué cojones siento ahora?
Supongo que me siento extraña. Todo esto ha sido muy raro. He pasado de parecer más su mejor amiga que su novia a quitarle la ropa en menos de dos segundos y tumbarme desnuda sobre él.
Cada vez que lo recuerdo se me eriza la piel. Nunca he estado así con nadie. Y he sentido algo muy fuerte, unas ganas tremendas de hacerlo de una vez por todas, de romper la mesa en la que estábamos. Pero luego...luego solo tenía ganas de besarle despacio y dormir con él.
Pienso demostrarle que sé esperar. Esperé 7 años para conocerles, puedo esperar unos cuantos meses para tenerle dentro de mi.
Mi mente ya no puede abarcar más vivencias hoy, así que, agotada, mi cara cae sobre el frío cristal de la ventana y me pierdo entre sueños.

Un movimiento rápido del tren hace que me pegue contra el cristal en la frente. Vaya, esto sí que son buenos días...
Como era de esperar, mi hermano se ríe muy fuerte de mi sin importarle que casi todo el tren siga aún durmiendo. En seguida le tapo la boca aunque supongo que mi estupidez extrema provoca no poder parar de reír.
Elena, Cristina y Dani se desperezan mientras yo toco mi frente, dónde me he dado el golpe, buscando el chichón que probablemente me saldrá en un rato.
-¡Buenos días!- Dice Dani.
-Buenos días, ya, claro...- Le contesta Elena, echándose en su hombro al ritmo que cierra los ojos dispuesta a dormirse de nuevo.
-No te va a dar tiempo a dormirte otra vez, estamos llegando.- Le dice Cristina, tocándole la cara con la intención de molestarla. Elena la mira con enfado y después la ignora acurrucándose en Dani.
-¿Ahora hay que moverse? ¿Y cuánto falta? ¿Cuándo desayunamos?- Mi hermano empieza a hacer preguntas a las que no tenemos ni idea de cómo contestar.
-Nos hemos acostumbrado demasiado estos días a los hoteles y vida lujosa...- Dani se ríe.
-¿Y quién no se acostumbra?- Contesta Elena, aún con los ojos cerrados y expresión de sueño.
Todas las personas aquí presentes se van despertando mientras el amanecer corre por las ventanas. Me quedo observándolo, maravillada de como hemos pasado de iluminarnos con las luces amarillas del tren a que el sol nos ciegue entrando con fuerza. El cielo se viste de un color amarillo y anaranjado con varios reflejos rosas que son merecedores de unas cuantas fotos por parte de Elena, la cual se despierta del todo al ver la oportunidad de unas fotos excelentes.
Una voz que nos sobresalta a todos anuncia que faltan unos diez minutos para el cambio de tren hacia Mengíbar, así que recogemos todo lo que tenemos encima de la mesa y nos preparamos para cuando las puertas se abran.
Da gusto después de tantas horas poder estirar las piernas y andar. Con pasos lentos y arrastrando las maletas como si pesasen el tripe, esperamos unos 15 minutos hasta que viene el próximo tren que lo hace con retraso.
-¿Es que aquí no hay ni una puta cafetería para desayunar?- Me quejo.
-Mira, ahí hay una máquina, cómprate un dulce. - Me sugiere Dani.
-Paso, que luego me sienta mal. Prefiero tomarme una buena tostada en el pueblo.
-Mira que eres quejica.
-¡Déjame! ¡Tengo sueño! ¡No tengo ganas ni de hablar!
Dani se ríe de mi y me revuelve el pelo como si fuese una niña pequeña, aunque claro, me estoy comportando como una.
Entramos en el otro tren pero esta vez no podemos dormirnos, ya que con el movimiento de ir de uno a otro estamos más que despiertas. Pasamos el rato hablando de todo, pero en ningún momento ni a Dani ni a mi nos da el bajón de pensar que estamos volviendo a nuestras vidas normales pudiendo seguir con ellos. Es como si el dolor se hubiese escondido muy adentro y ahora solo me sale quejarme porque tengo hambre.
Aunque lo que tenemos muy en cuenta es que saldrá cuando veamos a nuestros padres.
Pasamos el último rato viendo las fotos que ha hecho Elena de todos estos días, o al menos algunas, porque ha hecho muchísimas y son todas geniales. Elena es muy buena en esto y sé que tiene potencial de sobra para ganarse la vida capturando momentos.
En algunas no podemos evitar reírnos y concentrar todo el jaleo y el ruido en el sitio del tren dónde estamos nosotras. Dios mío, qué caras... Fotos en las que salimos hablando, cantando o bailando de forma rara, con los ojos entrecerrados y la boca muy abierta.
-Puedes vender esto a las revistas de adolescentes y dejarnos en ridículo, te pagarían muy bien...- Le dice Dani.
-¡Oye, buena idea! Lo pensaremos, gracias- Cristina habla por las dos y sonríe mientras yo le regaño a Dani por darle la idea.
Y al fin llegamos a nuestro destino. Es una estación de trenes a las afueras del pueblo tan descuidada que cualquier visitante pensaría que está abandonada. Tengo vagos recuerdos en mi cabeza de cuando era pequeña y venía aquí con mi abuelo a recoger a mi tía-abuela, que solía ir a un pueblo de Almería a ver a su hija. Esto siempre estaba lleno de vida y hasta lo renovaron para tenerlo mejor. También venía de vez en cuando con mis padres, cuando mi hermano ni siquiera había nacido, y me montaba en los vagones abandonados que hay en una vía por la que el tren nunca pasa. Me encantaba investigar huecos por los que meterme y sentirme una pequeña aventurera mientras mi madre gritaba que no me ensuciase y mi padre me seguía a dónde iba por si me fallaban los pasos y caía al suelo.
Mucho más vivaces que antes andamos por el camino de tierra que pasa por mitad del campo y te lleva a una carretera aún a las afueras del pueblo. Es la única manera de llegar desde la estación. Nunca me ha gustado vivir aquí. Se ve todo tan silencioso, tan solitario, tan relajado que parece muerto. Supongo que es el mejor sitio para vivir en paz y tener los días más tranquilos, pero cuando llevas aquí casi toda tu vida te cansas y necesitas ver más, saber qué hay detrás de las pocas calles que forman esto.
Por fin llegamos al pueblo y gracias a que Dani y yo hacemos de guías cogemos el camino más corto hacia el bar más cercano. Está en "el paseo", un parque llamado así por los propios habitantes que hace de entrada del pueblo y además es el mayor punto de encuentro de todo el mundo, incluso más que la plaza dónde se encuentra una de las iglesias y la torre. Son los dos únicos sitios turísticos que tenemos aquí.
Tras cruzar todo el paseo llegamos al bar y revolucionamos el personal cuando entramos respirando muy hondo y dejando las maletas con desgana en el suelo. Un tipo de pantalones negros y camisa blanca remetida se acerca a tomarnos nota. Con una sonrisa le pido la tostada que llevo deseando desde hace unas horas y la acompaño con un batido de fresa.
-Eres un oso comiendo, te pareces a tu novio.- Dice mi hermano, el cual está comiendo con incluso más ganas que yo.
-¿Desde cuando soy rubia de ojos azules y se me da bien cantar?
-Desde nunca, pero comes igual que él.
-¡Calla!- Le digo, metiéndole un trozo de pan en la boca.
El ambiente del bar es el típico que tiene cualquiera por la mañana. Dos o tres trabajadores engullen con ganas lo que se suelen pedir cada día mientras charlan con el jefe del lugar o intentan despejarse leyendo el periódico. Lo único que anima este sitio somos nosotras con el alboroto que vamos por ahí siempre y el hombre de las noticias que anuncia un nuevo logro en el fútbol español.
-¿Y ahora, dónde vamos?
-Hoy estás pesado, eh Alfonso- Le saco la lengua mientras él finge estar enfadado- Ahora vamos a casa de la abuela, dónde seguramente estén todos, tu te quedas allí y yo estaré un rato y me iré.
-Si te hubieses ido de gira, ¿me hubieses llevado contigo?- Su lado adorable sale a la luz.
-Eso no depende de mi, pero si no tuvieses instituto, sí: te hubiese llevado sin pensármelo.
Le pago al hombre de la camisa blanca intentando empatar a Dani en todas las veces que ella me ha pagado un viaje en taxi. Salimos de allí mucho mejor y dando un paseo nos dirigimos a casa de la abuela. Dani vive en la calle de al lado, así que seguimos juntas todo el camino hasta que se separa en tres calles y debemos tomar dos.
-Ahora toca pelea...- Dice Dani.
-Yo intentaré evitarla, no tengo ganas de hablar del tema.- Digo, suspirando.
-¿Y nosotras dónde vamos?- Dice Cristina, confusa.
-Yo tengo que saludar a la familia, que para eso soy su prima- Elena se ríe- Y tu vienes conmigo.
-Ah, vale.
-Luego os acercáis a mi casa y os presento a mis padres y a mi hermano- Dice Dani- Así, cuando lleguéis vosotras, se terminará la pelea...
-¡Y empezará la mía!- Exclamo.
Al final acabamos todas riendo, es la mejor solución para afrontar los gritos y las palabras que bajarán nuestra autoestima al subsuelo. Abrazo a Dani  y le susurro "solo asiente y di que tienen razón en todo, funciona".

Busco la llave de la casa de mi abuela y abro la puerta rezando por encontrarles de buen humor o que al menos disimulen delante de Elena y Cristina. Avanzamos a través del salón y la cocina y acabamos en la salita, donde mi abuela está en su sillón de siempre y mi abuelo en el suyo. Mis padres se encuentran hablando en el sofá.
-Hola.- Saludo muy seca, pero alzando la voz. Ahora mismo no me sale otro comportamiento con ellos.
-¡Hola!- Mi abuela aporta alegría al momento lanzándose a besuquear a mi hermano y a estrujarme a mi entre sus brazos mientras planta mil besos en mis mejillas. -¡Elena, que grande y qué guapa estás!- Grita, dándole el mismo cariño a ella.
Yo le doy un abrazo de ni medio segundo a mis padres y un beso a la mejilla a cada uno. A mi abuelo le doy un abrazo más largo y un beso cogiéndole la cara mientras él sonríe.
-Ésta es Cristina, la mejor amiga de Elena que estuvo con nosotras en Londres.
-¡Ah, tu eres Cristina!- Dice mi madre, y en seguida todos van a darle dos besos a ella.
Gracias a las preguntas de mi abuela a mi hermano y a nosotras sobre estos días  podemos pasar un rato relativamente agradable, aunque tenga sentados a mi lado a las mismas personas que no creen en el amor de Niall por mi.
Y es que duele mucho que tus padres piensen como si fuesen fans. Duele que me hayan dicho las mismas palabras que me dicen algunas. Duele que me vean como un capricho para él.
"Calma Marina, calma" me susurro.
-Oye, deberíamos ir a casa de Dani ya...- Dice Elena.
-¡Ah, es verdad!- Exclama Cristina.
-Sí, es que Dani va a presentarlas allí también.- Aclaro yo.
Elena y Cristina se despiden de todos y en especial de mi hermano, al que abrazan con fuerza y besan con incluso más intensidad que lo ha hecho mi abuela. Las acompaño a la puerta y antes de irse me desean buena suerte.
-¡Gracias! Nos vemos a las 12:15 ahí abajo, en la esquina de la calle de antes.
Cierro la puerta y respiro hondo. No me da tiempo a echar la llave cuando ya oigo a mi madre llamando mi nombre.
-Marina, ven aquí.
Aparezco de nuevo en la salita intentando mantener mi rostro neutral.
-Queremos hablar lo que tengamos que hablar ahora ya que sé que tenéis el billete de tren comprado y Elena y Cristina cogen el avión...
-Total, que seremos breves- Concluye mi padre.
"Lo dudo mucho", pienso.
-Queremos pedirte perdón porque reconocemos que nos pasamos con lo que os dijimos por videollamada, pero estábamos nerviosos y dijimos las cosas mal.- Dice mi madre. Esto me gusta, ¡se están disculpando! Cambio totalmente de expresión y ahora me muestro interesada, hasta me siento entre ellos en el sofá para seguir con la conversación.
-Pero queremos ser sinceros y la verdad es que no nos fiamos mucho de Niall.- Ya se ha estropeado todo. Ahora miro al suelo preparándome mentalmente para todo lo que viene.
-No estamos diciendo que no te quiera, solo que dudamos que esto dure mucho. Y no estábamos dispuestos a que dejases tus estudios a un lado para irte con él un montón de meses por ahí lejos. ¿Y sí te deja en ese periodo de tiempo? ¿Cómo vuelves aquí? ¿Qué sería ahora de tus estudios?- Esta vez es mi padre el que habla.
-Niall es famoso, guapo y tiene dinero. Puede tener a cualquier chica, ¿qué pasa si se cansa de ti?- Vuelve a hablar mi madre, pero ahora levantándome la barbilla para mirarle a la cara. Lo único que veo es su rostro borroso porque inevitablemente vuelvo a estar llorando.
-Marina, no llores, por favor, no nos estás entendiendo...
-Sí que os he entendido. ¿Puedo hablar yo ahora? Quiero intentar que me entendáis a mi.
Mis padres se miran y, asintiendo, me dan la palabra.
-Creo que no hace falta decir que amo a Niall y que estoy totalmente segura de que él a mi también. Pero si es necesario lo digo ésta y mil veces más. Entiendo de sobra que os preocupéis por mi y que queráis que antes de irme a ningún lado termine mis estudios y tenga un trabajo asegurado. Es lo sensato, lo normal. En eso no tengo nada que discutiros. Lo que me duele, y muy profundamente, es ese pensamiento que tenéis de Niall. Necesitáis conocerle mejor, joder, es que tenéis que pasar aunque sea un día con él, hablando, comprobando que es un amor de persona- Unos impulsos raros hacen que me revuelva el pelo hacia delante mientras mis lágrimas se precipitan hacia el pañuelo que me acaba de dar mi abuela- La mayoría de las fans ven nuestra relación así: "Niall solo quiere a Marina por probar" Y lo que digan ellas me da igual, pero lo que digáis vosotros influye en mi... ¡Sois mis padres! Niall me ama y me lo ha demostrado en diversas ocasiones. Además, él y los demás llevan siendo mis ídolos y mi ayuda más grande desde hace 7 años...
-Hablas como si tu vida fuese tan dura que solo les tuvieses a ellos.
-¡No, mi vida no es ni ha sido dura! ¡Mi vida ha sido la de una adolescente normal con problemas de adolescente! ¡Gilipolleces sin importancia más adelante en la vida, cuando todo se vuelve más serio! Pero eso no significa que, pasase lo que pasase, les tuviese a ellos, a su música y sus mensajes en ella como alivio.
Mis padres, en vez de mirarme a mi, se miran entre ellos. Como si así pudiesen comunicarse, y creo que lo hacen.
-Ellos me han ayudado a pasar cada problema, ya fuese insignificante o algo más grave, y a celebrar cada alegría. Y él, joder, él me ama.- Me quedo casi sin voz diciendo la última palabra. Trago saliva y lloro unos segundos mientras mi hermano me acaricia el pelo. Intento sacar fuerzas para seguir hablando, aunque sea con la voz rota.
-Niall me ama y Liam ama a Dani. Y tengo pruebas de ello. ¡Por ejemplo!- Ahora me altero, levantando la vista y mirándoles a los ojos aleatoriamente.- Cuando colgué la videollamada, pasé un rato llorando abrazada a Dani hasta que aparecieron ellos. ¿Sabéis qué? Lo oyeron todo, pero no nos dijeron nada en contra de vosotros, es más, os dieron la razón. ¡Os hicieron caso! Nos sentamos en unas sillas y nos explicaron que con vuestras palabras habían reflexionado y que era todo un error que nos fuésemos con los estudios por delante, que preferían que terminásemos en eso antes de irnos por ahí. Dijeron que no querían entrometerse en nuestras vidas.
Respiro hondo.
-Y hay más ejemplos...- Miro de nuevo al suelo. La boca me quema queriendo hablar sobre la habitación número 2, sus palabras, la promesa de que me esperaría para tratarme como me merezco... pero finalmente respiro hondo al notar que me quedo sin aire. Esta vez es mi abuelo es el que me da otro pañuelo, pero poco a poco mis lágrimas van cesando a la vez que mis palabras también.
-Supongo que pensaréis que yo no tendría que hablar, que soy muy pequeño para saber de amor, pero os aseguro que lo que tienen ellos dos no es algo pasajero. Es algo bonito. Se quieren mucho...- Mi hermano sale en mi defensa haciendo que todas las miradas se centren en él.
Se forma un silencio que no estoy dispuesta a que continúe. Miro la hora y en ella encuentro la oportunidad de irme de allí.
-Llego tarde para irnos al tren. Me gustaría que pensaseis en todo lo que os he dicho y que me llamaseis mañana para preguntarme lo que sea o darme vuestra opinión. Esta noche no, necesito dormir.- Les doy un beso fugaz a los dos y un abrazo a mis abuelos. A mi hermano le abrazo más fuerte que a nadie y le digo que le echaré de menos unas cuantas repetitivas y cansinas veces.
-Adiós, Marina- Dicen mis padres, con una mirada que ni siquiera sé lo que quiere decir, pero parece ser pensativa.
-Adiós a todos.- Me doy la vuelta decidida, pero algo me para los pies y hace que me tambalee insegura de si debería decir algo más o no. Pero tengo la sensación de no haber explotado del todo, de que no ha sido suficiente.
Trago saliva. Me tiemblan las piernas y no puedo creer que haya dicho todo eso.
-Niall me ama.
Finalmente, salgo corriendo hacia la puerta sin darle la oportunidad a mis abuelos de volver a ofrecerme pañuelos.


Una vez que empiezo a correr no puedo pasar y mis pies se precipitan cuesta abajo a toda prisa. Como era de esperar, la maleta que voy arrastrando tira de mi brazo y tropiezo cayendo torpemente en el suelo. Menos mal que la calle de mi abuela está escondida y en ella solo viven unos pocos vecinos de la tercera edad, por lo que siempre está vacía y nadie me ha visto. Es más, me cruzo de piernas en el suelo y reflexiono sobre la carretera todo lo que he dicho. Aún me parece increíble que lo haya hecho, y esa última frase... "Niall me ama". Por dios, parece que estoy metida en un culebrón de esos que ponen en la televisión después de comer. Pero me ha salido de adentro, tenía la sensación de que me faltaba algo que decir y cuando me he querido dar cuenta era eso lo que salía por mi boca.
Echo mi pelo hacia atrás y cierro los ojos intentando que el dolor de cabeza tras haber llorado tanto se calme. Extiendo los pies en la carretera y la noto ardiendo, a juego con mis mejillas aún húmedas. Decido levantarme y bajar la calle de una vez.
Ojalá estuviera él ahora mismo aquí para abrazarme. Para darme la razón en ese "Niall me ama".
 Saco el móvil de mi bolsillo y abro WhatsApp. Su nombre está el segundo, después de la última persona que me ha hablado que ha sido Cristina, diciéndome que ya están en la esquina. Le escribo un "te quiero" así, de la nada, y se lo mando. Necesito decírselo aunque sea a través de una puta pantalla.
Conforme termino de bajar la calle y antes de cruzar la esquina ya se oye la fina voz de mi prima hablando algo que ni siquiera escucho. Me precipito a doblar la esquina y me encuentro a Cristina abrazando a Dani. Elena hace lo mismo cuando se separan. Saludo y Dani me contesta mirándome con los ojos enrojecidos y los labios temblorosos apretados hasta emblanquecerse. Me lanzo a abrazarla todo lo fuerte que puedo y acabamos las dos llorando juntas con Cristina y mi prima sin saber qué decir.
Sin más, nos ponemos de nuevo rumbo a la estación.



Llegamos a Málaga tras un par de horas y pico y algún que otro cambio de tren. Ahora, de éste último, salimos riendo. Sabía que sería así, que Cristina y Elena no iban a quedarse calladas y harían cualquier cosa para cambiar de tema o sacar algo por lo que reirse. Tengo la sensación de ser una estúpida niña a la que le gusta el drama, todo el día llorando, pero no lo puedo evitar. Hubo un tiempo en el que no me gustaba llorar, sobre todo si había alguien a mi lado, fuese quien fuese. No me gustaba eso de expresar que estoy mal delante de alguien, prefería aguantarme las ganas por lo que pudieran preguntar o imaginar, hasta que me di cuenta de que eso me hacía daño. Desde entonces, si me apetece llorar para desahogarme, lo hago sin importarme el lugar. Los sentimientos lo mejor es sacarlos a la luz, aunque nadie te entienda o tengas a gente en tu contra: cuando están dentro de ti pueden explotar y destrozarte.
Pero ahora estoy "bien". O al menos me estoy riendo de Cristina. Mira que puede llegar a ser gilipollas, pero se ha ganado mi cariño en poco tiempo solo con sus tonterías.
Ahora nos montamos en un autobús para ir a casa y que Dani y yo dejemos nuestras maletas en el portal para despedirnos de Elena y Cris antes de que pierdan el avión, ya que van tarde.
-Ojalá tuviésemos que dejar nosotras las maletas aquí también- Elena suspira al decir esta frase.
-Eso significaría que estaríamos aquí con ellas, ¡y sería la hostia, como en los viejos tiempos!- Exclama Cristina.
-Con la frase se sobreentendía eso, tonta.
-¡Aish, déjame! Me estoy acordando de Londres, en invierno...-Cris pasa de Elena mientras avanza sonriendo, recordando a saber qué.
Llamo a un taxi y, deseando que no fuesen estas las palabras que salen de mi boca, le digo que nos lleve al aeropuerto.
Una vez allí entramos con muchísima prisa, pero a la vez riéndonos del jaleo que estamos montando arrastrando las maletas y gritando "¡Pasoooo, llegamos tarde!" "¡Vamos a perder el puto avión, moveos jodeeeeeeer!"
Dani se ahoga con su propia risa y mi cara coge un color muy rojo al no poder parar de soltar carcajadas gracias a su risa rara.
-Esto no parece una despedida...- Digo yo.
-¡Es que no es un "adiós" es un "hasta luego"!- Dice muy animada Elena.
 Las cuatro nos lanzamos unas sobre otras para fundirnos en un tierno abrazo en el que ni siquiera podemos estarnos quietas ni un segundo, moviéndonos, gritando y girando a mucha velocidad como si estuviésemos celebrando algo.
Dani y yo salimos de allí aún con la sonrisa puesta, recordando las que acabamos de dejar y la echándolas de menos cuando no hace ni dos minutos que estábamos entre sus brazos.


Al fin, llega la noche. La hora de estar en casa y tumbarse en el sofá con una Coca Cola fresquita y ligeras de ropa parecía muy lejana, pero al fin está aquí. Dani y yo ponemos la tele y nos tiramos hacia atrás en él llevando únicamente una camiseta, sujetador y bragas, y que no falte el pelo recogido en un moño o cola deformes y mal hechos. Estamos totalmente horribles, pero no nos importa, ambas estamos en plena confianza.
-Vaya día...
-¡Vaya días, mejor dicho!- Le contesto.
-Me han sentado genial. Les necesitaba cerca.
-Siempre les hemos necesitado cerca.
Tragamos con ansia nuestras Coca Colas fresquitas antes de seguir hablando.
-¿Han sido muy duros tus padres?- Le pregunto a Dani, acordándome de que se encontraba llorando cuando la he visto tras estar con ellos.
- Bueno, el caso es que- se muestra inquieta y gesticulando mucho con las manos- les comprendo, entiendo que se preocupen por mi, por mi vida y los estudios y todo eso... Pero, ¿a qué viene pensar eso de Liam, cuando no tienen motivos? ¿Qué ha hecho Liam para que piensen eso de él?
-¡Es eso, tía, es que es exactamente eso! ¿Por qué les dejan de mujeriegos sin sentimientos? ¿Han dado motivos?
-No lo entiendo, de verdad.
-Ni yo...
Poco después la mesa que hay al frente nuestra está repleta de Coca Colas vacías y nosotras nos encontramos de rodillas en el sofá, con los brazos apoyados en el borde de la ventana del salón que da a la carretera que por aquí pasa.Nuestras vistas son varios edificios más altos que éste, una plaza interrumpida por las obras del metro y muchas luces tanto de los edificios lejanos como de los muchos coches que pasan. Así da gusto pasar la noche. Y es que aunque me gustaría estar volando hacia Lisboa, que es donde están ellos ahora, estoy muy a gusto aquí, sintiendo la brisa de la noche junto a Dani, gritándole nuestras quejas a la ciudad de Málaga sin importarnos las horas que sean.
Quiero muchísimo a Dani y soy consciente de que sin una amiga como ella no sería nada igual. Ya no puedo vivir sin sus palabras, sin sus sabios consejos o sin sus locuras como la de gritar por una ventana a las tantas de la mañana. Es la mejor apoyándome en todo lo que hago o corrigiendo lo que hago mal. Es sincera conmigo cuando es necesario y sus brazos siempre estarán preparados para abrazarme. Vivir con ella es un lujo, y rara son las veces en las que tenemos peleas, y si las tenemos son tonterías que se arreglan poniendo música en voz muy alta. Poco después nos encuentras a las dos bailando y cantando como si estuviésemos en un concierto.
-Gracias por todo, Dani. Eres la mejor amiga que se puede tener.
-¡Te has puesto sensible, ooooh!- Dice, abrazándome con ternura.
Cuando son cerca de las 2 de la mañana ambas decidimos cerrar la ventana e irnos a la cama sin ni siquiera recoger las botellas del salón.


Caigo sobre la cama bocabajo y con los brazos abiertos, con intenciones de quedarme así toda la noche. Estoy tan cansada que no tengo fuerzas ni para moverme, pero mi móvil suena haciendo que estire mi brazo hacia la mesita de noche y le de al botón que muestra la pantalla. Es un WhatsApp de Niall, así que en seguida me siento sobre la cama y leo lo que pone.

Vaya, ¿y ese ataque de amor? ¡Jajajaja!- Dice, contestando al "te quiero" que le había dejado esta tarde.

Pues es una verdad muy grande, pero si quieres no vuelvo a decírtelo...

Ni se te ocurra. Te quiero, te quiero, te quiero. ¿Ves? Y mil veces más que te lo diría.

¡No que se me queda pillado el móvil! - Sonrío a la pantalla al imaginarle a él riéndose-  Ya te contaré otro día. Háblame tú, ¿qué tal el viaje?

Bastante agotador, pero no quiero hablar de eso, quiero contarte otra cosa.

Le pido en seguida que me lo cuente ya que esto me deja intrigada.

Ya sé el sitio perfecto para terminar lo que dejamos a medias en el backstage.

Un escalofrío me recorre todo el cuerpo mientras me tumbo despacio en la cama, como si aún pudiera sentir su cuerpo pegado al mío.

¿Dónde?

Es una sorpresa.

¡Venga ya, no puedes provocarme y después dejarme así!

¿Provocarte?

Sí, dímelo, por favor.

Todo a su tiempo, ya te lo diré...

¿A que ahora mismo te estás riendo de mi?

Puede...

Aunque claro, tu te ríes de todo. 

Pero de ti más.

Por un momento dejo el móvil a mi lado y miro al techo con las manos sobre mi corazón palpitando fuertemente desde el momento en el que he visto su nombre en la pantalla. Cierro los ojos imaginándome que está aquí, que me está abrazando, al igual que soñaba cuando ni siquiera nos conocíamos, cuando solo era una Directioner más para ellos.

Daría lo que fuera por que estuvieras ahora mismo aquí- Le digo, ignorando lo que me estaba escribiendo antes.

¿Y me darías comida? Me muero de hambre ahora mismo.

¿Ahora mismo? ¿Solo ahora mismo?

¡Jajajaja! Pues, ¿sabes qué me gustaría hacer a mi ahora mismo?

¿Comer, así, por casualidad?

Bueno, a parte de eso...

A ver, dime.


Dormir contigo.


Vuelvo a cerrar los ojos poniendo la pantalla sobre mi pecho. Me encanta cuando me dice estas cursiladas después de estar hablando sobre cosas totalmente distintas conmigo. Me encanta que se pase el día haciéndome burlas  pero luego me calle con besos muy largos cuando voy a gritarle. Me encanta que me apriete la mano cuando se altera al hablar o se ríe muy fuerte.
Alzo el móvil hacia mi vista y me quedo sin aire cuando leo lo que acaba de poner.

Así que, ábreme la puerta.

Miro la cegadora pantalla en la oscuridad de la habitación muy, pero que muy confusa. ¿Pero qué coño dice? ¿Qué le abra la puerta? Pero, pero joder, no puede ser. Se han ido, ¡les he visto irse! ¿Pero es que siguen en España? ¿Y cómo es que las Directioners no dicen nada por Twitter? ¿Cómo es que hay fotos de ellos en el aeropuerto?
"Vale, respira, calma" Me digo, pero no puedo, ¡no puedo, joder! Me pongo de pie sobre la cama y me toco la frente llena de sudor. No puede ser.

¿Qué?- Le pongo, incapaz de decirle nada más.

Oye, ya pensaba que me habías dejado hablando solo. ¡Que me abras la puerta, que aquí abajo está empezando a hacer frío!

Vale, déjalo ya Niall...

De repente Dani aparece en mi cuarto y pega un portazo al entrar, dándome el susto de mi vida. Caigo sobre la cama con la suerte de no haberlo hecho sobre el suelo.
-¡Me vas a matar del susto!
-¿Estás hablando con Niall?- Me dice, apretando su móvil con ambas manos y mirándome con los ojos muy abiertos.
-Sí, ¿estás hablando con Liam?
-Sí...
-No puede ser.
-¡Es que no puede ser!
-¡No puede ser!
Las dos nos cogemos de la mano a la vez, entrelazando nuestros dedos nerviosos mientras, tras respirar hondo, miramos nuestras pantallas. En las dos pone exactamente la misma pregunta:

¿Cuál es tu planta?

Nos apretamos las manos con tanta fuerza que nos hacemos daño. Nos miramos esbozando unas sonrisas enormes iluminadas con la luz del móvil. Las dos contestamos al mismo tiempo

4º Izquierda.

-Tía, no puede ser.
-No puede ser, joder. Es que...
-¡No puede ser, no!

Y de repente, suena el timbre. Saltamos al ritmo de unos pequeños gritos y soltamos nuestras manos para correr hacia la puerta. Abrimos y nos damos cuenta...

Nos damos cuenta de que sí puede ser.









3 comentarios:

  1. JODER MONTSE TIA ESTO NO SE HACE COÑO QUE ESTOY LLORANDO COMO UNA PUTA MOCOSA DIOSSSSS FRAI TE ODIA QUE LO SEPAS DIOS DIOS DIOS

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  2. Venga ya, ¡no loooooooo dejeeees asiiii! D: @1DsMyAll

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  3. Ay por diooooos, pero que asdfgh, lo que he podido leer leyéndolo, es PERFECTOOOO, es que cuando explicas como se siente....es que es como si lo sintiese yo también , y bueno...la frase de Niall me ama... asdfgh sin palabras. Ah bus o ,y el final, como nos puedes dejar así !?!? En serio han ido a verlaaas ??? Me matas en serio , me matas jejjw. Un beso. Hasta eel próximo capitulo. @loulinizarries

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